EN seguida comenzó a hablarles por parábolas: Un hombre, dijo, plantó una viña y la ciñó con cercado, y cavando, hizo en ella un lagar, y construyó una torre, y la arrendó a ciertos labradores, y se marchó lejos de su tierra.

2 A su tiempo despachó un criado a los renteros para cobrar el fruto de la viña; 3 mas ellos agarrándole le apalearon, y le despacharon con las manos vacías. 4 Por segunda vez les envió otro criado, y a éste también le descalabraron, cargándole de oprobios. 5 Por tercera vez envió a otro, al cual mataron; tras éste otros muchos, y de ellos a unos les hirieron, y a otros les quitaron la vida. 6 En fin, a un hijo único que tenía y a quien amaba tiernamente, se lo envió también el último, diciendo: Respetarán al menos a mi hijo. 7 Pero los viñadores al verle venir se dijeron unos a otros: Este es el heredero; venid, matémosle, y será nuestra la heredad. 8 Y asiendo de él, le mataron, arrojándolo fuera de la viña. 9 ¿Qué hará, pues, el dueño de la viña? Vendrá y perderá a aquellos renteros, y arrendará la viña a otros. 10 ¿No habéis leído este pasaje de la Escritura: La piedra que desecharon los que edificaban, vino a ser la principal piedra del ángulo.

11 El Señor es el que hizo eso, y estamos viendo con nuestros ojos tal maravilla?

12 En la hora maquinaban cómo prenderle; porque bien conocieron que a ellos había enderezado la parábola; mas temieron al pueblo, y así dejándolo se marcharon. 13 Pero le enviaron algunos fariseos y herodianos, para sorprenderle en alguna expresión;

14 los cuales vinieron y le dijeron: Maestro, nosotros sabemos que eres hombre veraz, y que no atiendes a respetos humanos, porque no miras la calidad de las personas, sino que enseñas el camino de Dios con lisura: ¿Nos es lícito a nosotros pagar tributo a César, o podremos no pagarlo? 15 Jesús penetrando su malicia, les dijo: ¿Para qué venis a tentarme? Dadme a ver un denario, o la moneda corriente. 16 Se lo presentaron, y él les dice: ¿De quién es esta imagen, y esta inscripción? Respondieron: De César. 17 Entonces replicó Jesús , y les dijo: Pagad, pues, a César lo que es de César; y a Dios lo que es de Dios. Con cuya respuesta los dejó maravillados.

18 Vinieron después a encontrarle los saduceos que niegan la resurrección y le propusieron esta cuestión:

19 Maestro, Moisés nos dejó ordenado por escrito, que si el hermano de uno muere, dejando a su mujer sin hijos, éste se case con la viuda, para que no falte a su hermano descendencia.

20 Esto supuesto, eran siete hermanos; el mayor se casó, y vino a morir sin hijos. 21 Con eso el segundo se casó con la viuda; pero murió también sin dejar sucesión. Del mismo modo el tercero. 22 En suma, los siete sucesivamente se casaron con ella, y ninguno tuvo hijos. Al cabo murió la mujer la última de todos. 23 Ahora, pues, el día de la resurrección , cuando resuciten, ¿de cuál de éstos será mujer?; porque ella lo fue de los siete. 24 Jesús en respuesta les dijo: ¿No veis que habéis caído en error, por no entender las Escrituras, ni el poder de Dios? 25 Porque cuando hayan resucitado de entre los muertos, ni los hombres tomarán mujeres, ni las mujeres maridos, sino que serán como los ángeles que están en los cielos. 26 Ahora sobre que los muertos hayan de resucitar, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, cómo Dios hablando con él en la zarza, le dijo: Yo soy el Dios de Abrahán, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob ?

27 Y en verdad que Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Luego estáis vosotros en un gran error.

28 Uno de los escribas, que había oído esta disputa, viendo lo bien que les había respondido, se arrimó y le preguntó cuál era el primero de todos los mandamientos.

29 Y Jesús le respondió: El primero de todos los mandamientos es éste: Escucha, ¡oh Israel!, el Señor Dios tuyo, es el solo Dios:

30 Amarás al Señor Dios tuyo con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas; éste es el mandamiento primero;

31 el segundo, semejante al primero, es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento que sea mayor que éstos.

32 Y el escriba le dijo: Maestro, has dicho bien y con verdad, que Dios es uno solo, y no hay otro fuera de él; 33 y que el amarle de todo corazón, y con todo el espíritu, y con toda el alma, y con todas las fuerzas, y al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios. 34 Viendo Jesús que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya nadie osaba hacerle más preguntas.

35 Y enseñando y razonando después Jesús en el templo, decía: ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo o Mesías es hijo de David?

36 Siendo así que el mismo David, inspirado del Espíritu Santo, dice: Dijo el Señor a mi Señor, siéntate a mi diestra hasta tanto que yo haya puesto a tus enemigos por tarima de tus pies.

37 Pues si David le llama su Señor, ¿por dónde o cómo es su hijo? Y el numeroso auditorio le oía con gusto. 38 Y les decía en sus instrucciones: Guardaos de los escribas que hacen gala de pasearse con vestidos rozagantes, y de ser saludados en la plaza,

39 y de ocupar las primeras sillas en las sinagogas y los primeros asientos en los convites;

40 que devoran las casas de las viudas con el pretexto de que hacen por ellas largas oraciones; éstos serán castigados con más rigor.

41 Estando Jesús sentado frente al arca de las ofrendas, estaba mirando cómo la gente echaba dinero en ella; y muchos ricos echaban grandes cantidades.

42 Vino también una viuda pobre, la cual metió dos blancas o pequeñas monedas de un cuarto; 43 y entonces convocando a sus discípulos les dijo: En verdad os digo que esta pobre viuda ha echado más en el arca , que todos los otros. 44 Por cuanto los demás han echado algo de lo que les sobraba; pero ésta ha dado de su misma pobreza todo lo que tenía, todo su sustento.
Padre
Hijo
Espíritu Santo
Ángeles
Satanás
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Ilustración
Atlas